Vivimos rodeados de plástico. Desde las botellas de agua hasta los envoltorios de los alimentos, los cepillos de dientes o los juguetes de los niños, este material está en casi todo lo que usamos. Pero no todos los plásticos son reciclables.
Muchos parecen iguales, pero están fabricados con diferentes tipos de resinas, lo que cambia completamente la forma en que se pueden reciclar.
Aprender a distinguir qué plásticos se pueden reciclar y cuáles no es fundamental para reducir residuos, evitar errores en el contenedor amarillo y contribuir a una economía más circular.
En esta guía te explicamos cómo identificarlos, qué símbolos debes mirar, cuáles son los errores más comunes y qué hábitos puedes cambiar para reciclar de forma más efectiva.
El reciclaje del plástico no es tan simple como parece. Aunque depositemos muchos envases en el contenedor amarillo, una gran parte no llega realmente a reciclarse.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, menos del 40 % del plástico recogido se convierte en nuevos productos. El resto acaba en vertederos, se incinera o se pierde en el proceso.
Esto sucede por varias razones:
Algunos plásticos son técnicamente imposibles de reciclar.
Otros son mezclas de materiales que no pueden separarse fácilmente.
Muchos llegan sucios o mal clasificados a las plantas de tratamiento.
Por eso, saber identificar el tipo de plástico antes de tirarlo es clave para mejorar el reciclaje y reducir el impacto ambiental.
La mayoría de los productos de plástico tienen (o deberían tener) un símbolo de triángulo con un número en el centro.
Ese número indica el tipo de resina plástica con el que está fabricado el producto, y es la clave para saber si es reciclable o no.
Aquí tienes la guía de los siete códigos principales:
Altamente reciclable.
Es el plástico de las botellas de agua, refrescos, aceites o vinagre.
Se recicla fácilmente y puede transformarse en nuevas botellas, tejidos (como el poliéster) o envases.
👉 Dónde tirarlo: contenedor amarillo.
👉 Consejo: enjuágalo antes de depositarlo para evitar contaminación.
Reciclable.
Se usa en botellas de leche, envases de detergente, champú o productos de limpieza.
Es muy resistente y uno de los plásticos más fáciles de procesar.
👉 Dónde tirarlo: contenedor amarillo.
👉 Se recicla en: tuberías, envases industriales, mobiliario urbano o nuevas botellas.
Difícil de reciclar.
Presente en tuberías, ventanas, tarjetas, juguetes o materiales de construcción.
Contiene cloro y aditivos tóxicos, lo que lo hace problemático para el reciclaje y peligroso si se quema.
👉 No debe ir al contenedor amarillo.
👉 Dónde llevarlo: punto limpio o recogida especial de residuos.
Parcialmente reciclable.
Es el plástico de las bolsas finas, envoltorios de alimentos y film transparente.
Se puede reciclar, pero el proceso es caro y poco eficiente, por lo que muchos municipios no lo hacen.
👉 Solo si está limpio y seco.
👉 Alternativa: reutilízalo o llévalo a puntos de recogida específicos (supermercados o puntos verdes).
Reciclable y en expansión.
Se encuentra en tapones de botellas, envases de yogur, pajitas y recipientes aptos para microondas.
Cada vez más plantas lo reciclan gracias a su resistencia y versatilidad.
👉 Dónde tirarlo: contenedor amarillo.
👉 Se recicla en: cajas, tapas, muebles o componentes de automóviles.
Poco o nada reciclable.
Se utiliza en bandejas de carne, vasos desechables o envases de yogur.
Su versión expandida (porexpán o poliestireno expandido) es muy contaminante y difícil de compactar.
👉 Evítalo siempre que puedas.
👉 Dónde llevarlo: punto limpio (algunos aceptan pequeñas cantidades).
Normalmente no reciclables.
Incluye todos los plásticos compuestos o de nueva generación (bioplásticos, policarbonato, etc.).
Aunque algunos bioplásticos son compostables, no deben tirarse al contenedor amarillo, ya que contaminan el resto.
👉 Ejemplos: CD, gafas, envases mixtos o compostables.
👉 Dónde tirarlos: punto limpio o contenedor gris (según el municipio).
A veces el envase no lleva el número visible, especialmente si es pequeño o antiguo.
Aquí tienes algunos trucos prácticos para saber si es reciclable:
Si es un envase limpio y ligero (botellas, bandejas o tapas), casi siempre sí lo es.
Si tiene varios materiales combinados (plástico + aluminio + cartón), no.
Si es rígido y transparente, suele ser reciclable.
Si es fino, blando o tipo film, probablemente no lo sea o solo en puntos específicos.
Si tienes dudas, llévalo al punto limpio o consúltalo en la web de tu ayuntamiento.
Según Ecoembes, uno de los principales problemas del reciclaje en España es la contaminación del contenedor amarillo, es decir, cuando tiramos objetos que no deberían estar ahí.
Los errores más habituales son:
Cepillos de dientes, maquinillas de afeitar, compresas o pañales.
Juguetes o utensilios de cocina.
Platos o cubiertos de plástico duro no reciclable.
Vasos desechables no fabricados con PP.
Bolsas o envoltorios mezclados con aluminio.
Envases con restos de comida o grasa.
👉 Recuerda: solo deben tirarse envases de plástico, latas y briks.
Todo lo demás, al punto limpio o al contenedor gris.
Los bioplásticos se presentan como una alternativa “verde”, pero no todos son reciclables ni compostables.
Existen tres tipos principales:
Biobasados no compostables: fabricados con materiales naturales (como maíz o caña de azúcar) pero con estructura idéntica al plástico convencional. Se reciclan igual.
Compostables industriales: se degradan, pero solo en plantas industriales, no en casa.
Compostables domésticos: pueden degradarse en compostadores domésticos, aunque tardan semanas.
👉 Si tienes dudas, no lo pongas en el contenedor amarillo.
Si es compostable, lo mejor es tirarlo al contenedor marrón (orgánico) o llevarlo al punto limpio.
Más allá del reciclaje, el paso más importante es reducir su consumo.
Pequeños cambios cotidianos pueden marcar una gran diferencia:
Compra alimentos a granel o con envases retornables.
Lleva tu botella o taza reutilizable.
Prioriza envases de vidrio o cartón reciclado.
Usa bolsas de tela o biodegradables.
Reutiliza los envases antes de tirarlos.
Infórmate de cómo reciclar correctamente en tu municipio.
Cada elección cuenta. Si miles de personas reducen su consumo, el impacto ambiental se reduce de forma drástica.
La innovación está transformando este campo.
Hoy existen tecnologías de reciclaje químico que permiten recuperar plásticos complejos y convertirlos en materias primas de nuevo.
Además, la Unión Europea obliga a que, antes de 2030, todos los envases de plástico sean reciclables o reutilizables.
Cataluña y muchas ciudades españolas están avanzando hacia sistemas de reciclaje inteligente: contenedores con chip, recogida puerta a puerta y bonificaciones económicas para quienes reciclan más y mejor.
El objetivo final es claro: cerrar el ciclo del plástico y construir una sociedad donde nada se desperdicie.
Distinguir un plástico reciclable de uno que no lo es no es solo cuestión de conocimiento, sino de compromiso con el planeta.
Cada vez que depositas correctamente un envase, contribuyes a ahorrar energía, reducir emisiones y dar nueva vida a los materiales.
Recuerda:
Mira siempre el símbolo del triángulo y su número.
Si tienes dudas, llévalo al punto limpio.
Y, sobre todo, reduce y reutiliza antes de reciclar.
El futuro depende de millones de pequeñas decisiones diarias.
Y tú puedes empezar hoy, con un simple gesto: tirar cada plástico en el lugar correcto.